Soñar, escribir ficciones (como leerlas, ir a verlas o creerlas) es una oblicua protesta contra le mediocridad de nuestra vida y una manera, transitoria pero efectiva, de burlarla. La ficción, cuando nos hallamos prisioneros de su sortilegio, embelesados por su engaño, nos completa, mudándonos momentáneamente en el gran malvado, el dulce santo, el transparente idiota que nuestros deseos, cobardías, curiosidades o simple espíritu de contradicción nos incitan a ser, y nos devuelve luego a nuestra condición, pero distintos, mejor informados sobre nuestros confines, más ávidos de quimera, más indóciles a la conformidad.-.-.-

miércoles, 26 de mayo de 2010

Y finalmente lo hice. ¿Quién hubiera dicho que el gordito ese que todos molestaban iba a hacer algo tan importante como esto? Porque no me tembló el pulso cuando gatillé las cinco veces, eso nunca. A ver qué dicen ahora, que el don nadie va a ser famoso en todo el mundo, que voy a ser una celebridad, que ya no voy a ser el fracasado de siempre, que ya no voy a ser el cero a la izquierda que todos pisoteaban y maltrataban y ofendían y… Quisiera ver su envidia ahora.
Yo sabía que debía esperarlo en la puerta de su edificio y que pronto aparecería y luego todo sería tan fácil, pum pum y listo. Lo malo fue después con los gritos de su mujer, quería que se callara y ella que no paraba de chillar y yo que quería leer tranquilo mi libro esperando a que llegara la policía.
Y es que él lo tenía todo: fama, dinero, talento, todos lo amaban y respetaban, ¿y quién me quería a mí, a quien le importaba yo? No era justo. Sé que Dios no me va a castigar, porque él era el pecador, no yo, él fue el que dijo que era más grande que Jesucristo, y eso sí que el Señor no lo perdona, oh no. Sí que merecía morir. Era un pecador que quería imaginar un mundo sin países y sin cielo y sin religión…Qué pecador más grande era, debía morir.
Y qué me importa si termino en la cárcel, y qué me importa a mí, si ahora yo también voy a ser una celebridad. Voy a gritar a los cuatro vientos que no me arrepiento de haberlo hecho, que se lo merecía, que yo lo maté, que todo fue tan fácil, pum pum y listo.


Trabajo para el taller: Monologo interior. (Mark Chapman y el asesinato de Lennon)

lunes, 10 de mayo de 2010

Sentada en la oscuridad lo único que podía pensar era que los ángeles también mueren.
Aferrada a mis piernas que no hacían más que temblar violentamente y con mi respiración acelerada a causa del temor que me invadía, sólo pedía volverme invisible. Eché un vistazo a mi alrededor y contemplé el horror reflejado en los rostros de todos los presentes. Los extraños ruidos proseguían y a ellos se sumó el sonido de pasos acercándose con cautela a la puerta de nuestro anexo secreto.
Con el corazón en el puño, un frío escalofrío recorrió mi espalda. Tras dos años habían encontrado nuestro escondite. -¡Si todo hubiera sido diferente Kitty!- me lamentaba amargamente. Al escuchar a los intrusos intentar remover el armario que ocultaba la entrada, cerré resignada mis ojos y una lágrima se deslizó por mi mejilla. Allí fue cuando mi padre tomó con firmeza mi rostro entre sus manos y susurró: -Ana, pase lo que pase siempre estaré contigo-. En ese instante la puerta finalmente se abrió y dejé mi destino librado al azar.


(Fragmento de lo que podría haber sido la última página del diario de Ana Frank)